Cada época estival surge con el choque de sentimientos muy encontrados. Se espera con ansia esta temporada marcada por la disminución de actividades. El mayor propósito es el de descansar y olvidar el estrés de los meses rutinarios. Sin embargo, un fenómeno brota con determinación para fatigar el espíritu de aquellos que procuran un goce perfecto. Porque el aburrimiento es para el verano y puede ser tan dañino para los más jóvenes como las obligaciones. Sobre todo si no se explica con cuidado todo lo que supone ese estado. En Heúreka también reconocemos ese aburrimiento veraniego y queremos daros algunas ideas sobre la plenitud de su significado.

Los orígenes del aburrimiento

Cuando los más pequeños de la casa sufren un estado de irreverencia crónico por la falta de ideas, es el momento de que nos planteemos que estamos ante un caso severo de aburrimiento. ¡Hagámosles partícipes acerca de lo que sufren! Comencemos con su etimología:

  • Aburrimiento tiene la misma raíz etimológica que «horror». De hecho, aburrir significa sin horror. Y horror encuentra su origen en el latín significando «aquello que pone los pelos de punta». Por lo tanto, aburrimiento surge como oposición a un estado de reacción ante algo que nos asusta o desagrada.

Pero, ¿es entonces el aburrimiento tan perjudicial como parece cuando se sufre? Uno podría pensar que el aburrimiento es para el verano lo que el agua para nuestra sed. Nos calma, nos sosiega. Pero tiene el peligro de extasiarnos hasta hundirnos en una sensación depresiva. En ese momento podemos preguntarnos lo que sería la vida sin experiencias que nos hicieran reaccionar hasta el punto de que nuestros pelos se erijan como si se tratasen de escarpias. Sería un paso por el recorrido vital tan vacío como poco productivo.

El aburrimiento es para el verano y la evolución

El aburrimiento es para el verano porque es en esta época cuando lo sentimos de forma vivaz. Aunque parezca una contradicción, el aburrimiento también puede mostrarse de forma activa. Ya sabemos que es una emoción que sentimos cuando la actividad que realizamos no nos interesa o nos parece demasiado repetitiva. Es entonces cuando lo de fuera deja de nutrirnos y sentimos de forma viva la letanía de la vida, repetitiva e infinita. Estos son los síntomas de que el aburrimiento es para el verano:

  • El tiempo se alarga hasta alcanzar una textura viscosa.
  • Perdemos el interés por toda acción.
  • Nos cuesta salir de un lugar cómodo, ya sea la cama o el sofá.
  • Cualquier opción distinta a la permanencia en un punto fijo se nos hace inalcanzable.

El aburrimiento y la educación

A pesar de todas las calamidades que atravesamos durante el estado del aburrimiento, lo cierto es que el aburrimiento es para el verano y para nuestra salud. Sus beneficios se recogen en las siguientes cuestiones:

  • Descanso para nuestro cerebro: recientemente se ha descubierto que con el aburrimiento se activa «la red neuronal por defecto». Es la misma que utiliza nuestro cerebro cuando imaginamos. De esa forma, planificamos, ideamos o creamos hasta vencer la idea de que el aburrimiento es para el verano.
  • Incremento de la creatividad: estrechamente vinculado con el descanso está la aparición de la creatividad. De hecho, el aburrimiento ha sido uno de los motores de adaptación del ser humano a lo largo de su compleja historia. El aburrimiento es para el verano, pero también es para encontrar nuevos caminos, inventar herramientas o comprender mejor nuestro entorno.

Por lo tanto, con el aburrimiento estamos ante un arma de doble filo para quienes están en edad escolar. Puede ser una etapa de frustración necesaria. Pero también puede convertirse en una fuente de alimentación de ideas para el presente y el futuro. El siguiente paso será buscar actividades que unan la diversión con aquellas acciones que nos hagan pensar de otra forma.

¡A divertirse con el aburrimiento!