Ha llegado el momento de la escuela bosque. El pasado fin de semana conocíamos a través de The Guardian que las escuelas bosque habían incrementado su demanda desde el inicio de la pandemia. En los momentos más duros de las restricciones algunas escuelas utilizaron el aire libre como un recurso educativo más. Sin embargo, parece que esas medidas han consolidado una propuesta que tiene varias décadas: las escuelas bosque.
Los efectos en el alumnado
Las nuevas pedagogías se enfrentan a desafíos desconocidos. La educación vive un periodo de transformación que reta a las estructuras tradicionales de la escuela. Se pone en cuestión tanto forma como fondo. Las escuelas bosque aparentan cuestionarse la forma para transformar el fondo. Porque el hecho de que las sesiones se lleven a los entornos naturales no es un simple derribo de paredes. Los defensores de este modelo aseguran que se consiguen varias mejoras:
- Reconocimiento de plantas y animales específicos.
- Visión de la complejidad de los ecosistemas.
- Colaboración entre los miembros de una comunidad.
- Resolución práctica de problemas.
La historia de las escuelas bosque comienza en los países nórdicos. En ello existe un amor al territorio que se materializa en las rutinas de sus ciudadanos, capaces de olvidar la inclemente meteorología. Es usual observar cómo la población pasea o hace deporte sobre la hierba escarchada. Eso sí, en las horas más cálidas de los días. De hecho, las escuelas bosque beben del concepto friluftsliv , una idea surgida durante el romanticismo sueco que significa literalmente «vida al aire libre»:
La historia de las escuelas bosque: un desarrollo constante
Los ciudadanos nórdicos, afectados por la inmensidad del territorio y la escasa población, repararon en la importancia que tiene la naturaleza para el bienestar físico y espiritual. Una idea que se enlaza con decisiones actuales: no existen restricciones sobre la acampada libre o es habitual realizar deporte durante el descanso de la jornada laboral.
La educación absorbió ese interés social y se crearon las escuelas bosque en Dinamarca y Suecia durante la década de 1950. Fue Reino Unido el primer país no nórdico que introdujo este modelo ya en la década de los 90. En España existe un directorio con las escuelas bosque que existen en todo el territorio. Se recogen 48, pero los datos son de 2018.
Ahora, tras la pandemia, el interés en este tipo de espacios ha crecido en la ciudadanía. De hecho, los gobiernos locales y regionales están buscando fórmulas para transformar los espacios educativos. Sin duda, existen muchos interrogantes pedagógicos y económicos para abordar una transformación total, pero parece claro que las escuelas bosque se han convertido en un horizonte para la educación del futuro.
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