La lucha contra las islas de calor urbanas ha comenzado a calar en la opinión pública. Cada vez se ven más acciones ciudadanas que procuran la transformación de las ciudades para adaptarlas a las temperaturas extremas. Los motivos hay que buscarlos en los planes de reordenación urbana que han canalizado el desarrollismo de las ciudades en las últimas décadas. A pesar de la tradición urbana de la península, habituada a generar ciudades caracterizadas por calles estrechas, corrientes de agua y constante vegetación, las ciudades hoy son extensos bloques de cemento. Sin embargo, el poder municipal parece haber despertado y busca estrategias para la lucha contra las islas de calor. Te contamos algunas soluciones.
¿Qué son las islas de calor exactamente?
La superficie no es suficiente para explicarlas. Ni el sentido común nos sirve para definirlas. Porque las islas de calor no son solo espacios urbanos extendidos genuinamente. Más bien, las islas de calor responden a una ley inequívoca: las áreas que son urbanizadas de forma más agresiva registran temperaturas más altas que las que tienen en cuenta la naturaleza. Tal vez, para comprender de forma exhaustiva lo que esto significa habría que recordar nuestra historia. El hábitat natural del ser humano es la naturaleza. No lo es la ciudad, construida con tanto artificio como éxito. Por lo tanto, el hecho de que entre el centro y la periferia de algunas ciudades exista una diferencia de hasta 8 grados es producto humano. El motivo hay que buscarlo en que las áreas periféricas se caracterizan por la presencia de vegetación que reduce la temperatura.
Pero, más allá de los motivos, cabría preguntarse por las soluciones iniciadas en el presente. Y analizarlas, por supuesto. Fijaos en la siguiente:
- Los Ángeles ha pintado de blanco algunas de las aceras para mitigar el calor de algunas zonas de su ciudad. ¿No os recuerda a los pueblos blancos de Andalucía? Sin embargo, y a pesar de que en el pasado pudo ser una opción interesante, hoy supone más bien el ejercicio de matar mosquitos a cañonazos. Son necesarias soluciones en el diseño de las ciudades. Y no en la capa superficial de las mismas.
La lucha en tres categorías:
La lucha contra las islas de calor debe atacar de raíz la existencia de las sociedades. En primer lugar, es necesario comprender que no existen las soluciones mágicas. El desarrollo tecnológico nos hace pensar que si la mano del ser humano nos ha llevado hasta aquí también nos sacará del atolladero en el que nos situamos. Por supuesto que existen opciones inventivas, pero la lucha contra las islas de calor debe realizar una ofensiva sistémica en tres áreas distintas:
- Ecología: pero desde un punto de vista radical y no cosmético. La ecología transformadora ha sido engullida por el marketing y sus apuestas mínimas. Los motivos principales del calentamiento global hay que buscarlos en la enorme densidad de población en algunas zonas, la industria sin planificación y el crecimiento desigual de las urbes. Por lo tanto, la ecología actual no es suficiente para comprender cómo resolver esos desafíos. Porque se necesita una transformación total del modelo productivo y esa realidad parece difícil de alcanzar en los próximos años.
- Urbanismo: el diseño o rediseño de las áreas urbanas sí que puede acometerse con mayor velocidad. Comenzando por el material que se utiliza. Por ejemplo, a través de la plantación de árboles y nuevas zonas verdes, el suelo desnudo o los pavimentos permeables son soluciones interesantes. Y, sobre todo, se debe evitar el asfalto y las plazas denominadas duras. A pesar de que estas últimas puedan favorecer la gestación de pequeños negocios. Un equilibrio difícil de conseguir, pero ¿para qué estamos en Heúreka si no es para asumir esas dificultades y promover soluciones?
- Movilidad sostenible: la ciudad compacta, propia de los países mediterráneos, es una solución interesante para acortar los recorridos de sus ciudadanos. De esa forma, se logrará reducir las emisiones de dióxido de carbono de los vehículos. También se favorece el uso de bicicletas o patinetes.
¿Habéis pensado en la creación de un proyecto educativo para que vuestro alumnado acometa la lucha contra las islas de calor? Ahí os lo dejamos como tarea para el verano.
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