Contar una historia es, si reducimos la pedagogía a su núcleo, la esencia de la labor de un docente. El contenido de esas historias contiene elementos diversos, complejos y entrelazados. Pero el docente debe tener la capacidad de transmitir una idea mediante un relato inteligible, comprensible y atractivo. Contar una historia no debería ser muy difícil para el ser humano. Es una de las marcas de nuestro paso por la existencia y sin esa transmisión de mensajes nuestra especie no habría sobrevivido.
Entonces, ¿por qué sigue siendo tan difícil contar una historia? Los síntomas de este mal son frecuentes en las conversaciones cotidianas: atropello de ideas, vacíos impertinentes, repetición de palabras innecesaria… En Heúreka estamos acostumbrados a contar historias al alumnado y a buscar la forma de captar su atención. Por eso en este artículo os damos una serie de claves para contar una historia que consiga captar la atención de tus oyentes. ¡Manos a la obra! Porque os anticipamos que las manos y el cuerpo en su totalidad son fundamentales si queremos contar una buena historia.
Contar una historia necesita de la emoción
La emoción tiene una función parecida a la de la ropa. Siempre la llevamos con nosotros y se adapta a cada situación. El frío, al calor, a la lluvia modifican nuestra vestimenta tal y como el contenido transforma la emoción que aplicamos. No obstante, esa emoción debe contener una reflexión estratégica. La pregunta que debemos hacernos para ello es qué queremos despertar en nuestro interlocutor. Una veces será sorpresa, alegría, tristeza o rechazo. Un ejemplo de un proyecto educativo que fundamenta su éxito en la emoción al contar una historia es Proyecto Trinchera. El alumnado de este colegio ubicado en un barrio obrero de Bogotá utiliza la expresión, el grito, la construcción emocional de su pasado para encarar sus problemas. Potenciar la emoción en nuestras comunicaciones frente a un aula trae beneficios directos:
- Mayor empatía por parte del alumnado: los estudiantes comprenderán el mensaje en todos sus niveles.
- Mejor disposición a contar una historia propia: el alumnado sentirá cercano el mensaje y se atreverá a construir el suyo propio.
La estructura es esencial para contar una historia
No olvidemos que para contar una historia es fundamental que tenga solidez y coherencia. De nada sirve volcar la emoción si no se entiende bien. El cerebro de los alumnos buscará siempre respuestas certeras a cuestiones esenciales como quién, cómo o por qué. Nuestra historia no debe olvidar esos elementos porque, en caso contrario, los estudiantes perderán el hilo de la comunicación. Y si eso se produce es muy difícil que vuelvan a retomarlo. Para conseguir contar una historia sólida son fundamentales los personajes. Una buena dinámica para crear personajes reales y cercanos, ya sean ficticios o reales, se basa en la creación de tarjetas con cada uno de ellos.
Otros elementos a la hora de contar una historia audiovisual
Pero paremos el carro un momento. Contar una historia ya no es ponerse frente al alumnado y largar cualquier lección de forma atractiva. Las nuevas tecnologías nos ayudan a construir mensajes en los que la mayor importancia recala en la imagen y el sonido. No vamos a entrar en todo lo que puedes hacer si tienes recursos. Pero sí vamos a incidir en los elementos que deben tenerse en cuenta si decides apostar por esta forma comunicativa tan atractiva para los más jóvenes:
- Tono: siempre ha sido importante pero ahora puede bailar con la imagen e incidir en la misma.
- Estética: es mejor hacer algo pequeño y con gusto que un proyecto ambicioso desdibujado. Ten en cuenta la estética y deja volar la imaginación de tus estudiantes.
Respeto a la hora de ponerte frente a tu alumnado
Por último, es importante que mantengas el respeto y la tensión positiva a la hora de ponerte frente a la clase. Cualquier día es importante en un proyecto educativo y si se produce un cortocircuito en el aula hay que saber qué está ocurriendo. Si una historia no conecta con tu clase puede ser por varios motivos:
- No has pensado en lo que esperan tus alumnos.
- No has tenido en cuenta tu intención cuando has decidido contar una historia.
- No has incluido los suficientes diálogos o descripciones, lo cual ha afectado al ritmo de tu historia.
Sin embargo, si alguna vez te ocurre algo así no te desesperes. Aprende de los errores y busca una nueva historia que contar. Tus alumnos lo agradecerán.
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