El aeronauta Ibn Firnás es el siguiente ilustre invitado de nuestro repaso por los grandes nombres de la historia de Córdoba. Tal y como vimos con el músico Ziryab, la pedagogía y aprendizaje son áreas que necesitan del conocimiento colectivo. El aeronauta Ibn Firnás es otro ejemplo sobre la importancia que posee la transmisión de conocimiento en cualquier hazaña del ser humano. Hoy recordamos la historia de la primera persona que desafió a la fuerza de la gravedad.

El aeronauta Ibn Firnás y sus orígenes del pensamiento

El aeronauta Ibn Firnás nació en Korah Takma, un asentamiento cercano a la actual ciudad de Ronda. Descendiente de una familia de la nobleza bereber que participó en la conquista de la península ibérica por parte del Califato Omeya. Por esa causa, Ibn Firnás recibió una formación avanzada que lo consolidó, según fuentes coetáneas, como un filósofo para la sociedad de aquel momento.

El aeronauta Ibn Firnás se trasladó a Córdoba, ciudad que ejercía como capital diplomática, económica y política. Fue en Córdoba donde se formó como químico, poeta, ingeniero o astrónomo. Su labor inicial principal en la corte de Abderramán II fue la de enseñar poesía. Tras la muerte de Abderramán II ejerció como inventor para su sucesor, Mohamed I. Algunos de sus inventos fueron los siguientes:

  • Una clepsidra: un reloj de agua que aprovechaba el flujo del líquido para medir el tiempo.
  • La talla del cristal de roca: solo los egipcios eran capaces, hasta ese momento, de tallar el cristal y transformarlo en poliedros.
  • Una esfera armilar: se trata de una representación del universo, con el planeta Tierra en el interior.
  • Un planetario: lo construyó en su casa y tuvo como fuente de información las tablas astronómicas de Sinhind.

El vuelo que dio comienzo a la historia alada

Sin embargo, no cabe duda de que el mayor logro del aeronauta Ibn Firnás fue el de convertirse en la primera persona que intentó volar. Y no solo lo intentó porque Ibn Firnás logró mantenerse en el aire durante varios segundos. Aunque acabó cayendo y fracturándose dos piernas, el aeronauta Ibn Firnás mostró a una gran multitud de personas que el vuelo era posible.

Este maravilloso intento lo hizo con 65 años. Para ello utilizó unas alas de madera recubiertas de tela de seda adornadas con plumas de rapaces. Cuando analizó los errores que le llevaron a caer, entendió que debía haber añadido una cola al artefacto.

Pero no es el único invento del aeronauta Ibn Firnás en relación a la suspensión del ser humano en el aire. Antes del intento de vuelo, Ibn Firnás se lanzó desde una torre en Córdoba ataviado con una lona que redujo la velocidad de su caída. Sí, tal y como lo estáis imaginando: se trataba del primer paracaídas de la historia.

Dédalo es el arquitecto de la mitología griega que fabricó alas para poder escapar junto a su hijo Ícaro de la isla de Creta, regida por el rey Minos. La narración mitológica alerta de los peligros que tiene el ser humano al intentar volar. Porque cuando ambos estaban volando, Ícaro se acercó al Sol y las plumas de sus alas se quemaron hasta desintegrarse. Ícaro cayó al mar y murió. Pasado el tiempo, el avance de Ibn Firnás no tuvo la continuación debida hasta muchos siglos después. Su intento y, sobre todo, el razonamiento que lo sustentaba podría haber sido el inicio de otros muchos intentos. Sin embargo, el aeronauta Ibn Firnás cayó en el olvido.

Hoy su nombre es muy popular en los países de mayoría musulmana y pone nombre a un planetario en Ronda y un puente en Córdoba.

Y ahora también denomina este humilde homenaje de Heúreka en forma de entrada en su blog.