Medellín es una ciudad que se desprende desde las alturas de las montañas hacia un río con el que comparte nombre. Los abruptos cambios de su relieve otorgan a la segunda ciudad más importante de Colombia una sensación de montaña rusa natural. Acostumbrados en estos días a la elaboración de teorías enmarcadas en la afirmación «causalidad no es correlación», podríamos decir que la historia de Medellín es el reflejo de sus cambios de relieve. O al contrario. Sea como sea, Medellín es un hervidero de creación de proyectos socio-educativos transformadores. Vamos a observar los proyectos educativos que han convertido a Medellín en una ciudad referente para pedagogía social.

Imagina

Los muertos se convierten con extraña y pesada ligereza en cifras con el paso del tiempo. Pasadas unas décadas ni tan siquiera unas imágenes sangrientas logran compadecernos de forma visceral. Es entonces cuando acudimos a las estadísticas. Que nos perdone Medellín por comenzar con los datos consabidos, pero si nuestro cometido es esbozar el contexto de la transformación de la ciudad debemos hacerlo. Seremos escuetos. Entre el año 1980 y el 2007 se produjeron 8 homicidios por día en las calles medillenenses. No es necesario decir mucho más porque estamos seguros de que los lectores conocen todo lo que rodeaba este escenario continuo de tragedia.

Proyectos educativos para enfrentarse al pasado

Medellín era mucho más que ese drama. Ese axioma fue el inicio transformador de la ciudad. Observó cómo durante esos 28 años la sociedad había generado unas formas comunicativas que podían convertirse en un vector de crecimiento. La ciudad se imaginó libre de alforjas del pasado y comenzó a escribir su presente.

Crea

Para ello necesitó transformar la ciudad para acercarla a sus habitantes. Construyó un servicio público denominado metro de cable que salva desde las alturas la distancia entre la Comuna 13 y la ciudad. Pero no bastaba con una obra pública. La Comuna 13 es un conjunto de barrios donde viven más de 150.000 habitantes, epicentro de la desigualdad y la violencia de la ciudad. Sin embargo, a pesar de que era necesario el desarrollo urbanístico, era todavía más importante que ese cambio fuera protagonizado por los propios habitantes. De esa forma, la ciudad impulsó el marco creativo para la generación de cientos de proyectos educativos.

Las características de esos proyectos educativos se resumen en dos: son muchos y quienes los llevan a cabo son los propios habitantes. Porque no podemos decir que hubo un único proyecto transversal y protagonista. Fueron muchos, variados, algunos con mucho éxito, otros que duraron menos tiempo. Porque los proyectos educativos tienen la esencia de quienes los realizan. Si es que realmente se traspasa la responsabilidad de los mismos a quienes están habituados a escuchar en lugar de hablar. Sin embargo, podemos darles algunos ejemplos de aquellos que han logrado un enorme éxito.

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Para compartir es necesario reconocer aquellas actividades que transforman a la ciudadanía. La transformación se da a través de la apropiación del espacio público y del carácter social de esas actividades. El arte visual, mediante el grafiti supuso la principal vía de transformación de los habitantes de la Comuna 13. Los proyectos educativos le quedaban como un guante al desarrollo urbano a través de escaleras y paradas de metro aéreo. Son los propios ciudadanos de los barrios los que intervienen en la estética de las calles por las que transitan. En las paredes cuentan lo que quieran, sin censura. El grafiti más representativo es el de los elefantes alzando la bandera blanca de la paz. Este animal simboliza la memoria que guarda los males del pasado para evitar su repetición.

Los proyectos educativos de la Comuna 13 de Medellín dependen de los ciudadanos

La casa Kolacho es uno de los centros culturales fundamentales de estos proyectos educativos. Desde sus instalaciones generan encuentros que derivan en creaciones comunitarias de arte. El rap, el deporte, el break dance o la música electrónica son los formatos más exitosos. Pero el día de mañana podrán ser otros. Son los jóvenes los que deciden qué quieren comunicar y cómo. Por ejemplo, en los últimos años se han incrementado los proyectos de reciclaje de objetos usados en uso urbano. Un ejemplo son los Innovadoros, retretes recogidos de las áreas de basura y transformados en macetas que decoran los laterales de las vías urbanas.

Para contar todos estos avances, otros colectivos lanzaron el periódico «Signos desde la 13» que llegó a imprimir 10.000 ejemplares cada mes para contar las noticias positivas de la comuna. Este proyecto buscaba el autorreconocimiento de una comunidad diezmada por los ataques de la opinión pública. La nueva realidad de la Comuna 13 de Medellín se reúne en el primer Museo de la Memoria, instalado con buen tino en una escuela pública. A través de las fotografías y los testimonios los más pequeños reconocen su entorno y aprenden que ellos tienen margen de maniobra para su propio desarrollo. Porque hoy la Comuna 13 continúa sufriendo la desigualdad de un sistema de producción económica que nunca los ha tenido en cuenta. Pero sus ciudadanos han conquistado armas educativas con las que gritar su presencia.